Marcelo Sálas fue tremendamente afectado por la muerte de su padre. Después de este evento, Marcelo sometió bajo la mala influencia de los jóvenes en su barrio y se convirtió en un joven rebelde.
Su madre no tenía la capacidad de manejar bien una familia tan grande sola, entonces Marcelo experimentaba demasiada libertad. Él empezó a robar cosas de la casa para venderlas con el objetivo de tomar alcohol y consumir drogas, todo esto bajo la influencia de sus amigos. Nadie le había explicado que con la ayuda de Dios, él pudía seguir adelante después de la muerte de su padre. Él comenzó a vivir una vida desenfrenada. Sin importar el costo, Marcelo intentó escapar de su triste realidad por la ilusión de las drogas.
No pasó mucho tiempo y Marcelo conoció a su esposa, ellos se casaron muy de prisa, sin que ella supiera de su adicción a las drogas. Él no la cuidaba, ni proveía para el hogar. Cuando tuvieron a su primer hijo, Marcelo se puso muy celoso, no permitía que su esposa saliera de la casa ni visitara a su familia. Él le maltrataba constantemente, a pesar de los maltratos ella permanecía a su lado pues quería cuidar de su hijo.
La madre de Marcelo intentó ayudarle por internándolo en una clínica. Pero después de 40 días, Marcelo regresó a su vicio, aún más perdido en esclavitud.
Un día, Marcelo y un amigo asaltaron a un hombre, la policía le detuvo y llevaron a Marcelo nuevamente a la clínica. Al día siguiente, la historia salió en la primera página del periódico. Un amigo de Marcelo, el cual, después de haber consumado drogas por muchos años, se había convertido al Señor, Le fue a visitar. Su amigo le contó su testimonio y le explicó que Jesús era el único que podría cambiar su vida. Marcelo percibía en este hombre una paz y gozo que nunca había conocido. Este amigo le convenció a internarse en un centro de rehabilitación.
En el centro, él veía en los otros internados algo diferente, ellos habían experimentado un cambio de vida muy profundo y verdadero, él anhelaba algo igual. Allí, Marcelo encontró el poder y amor de Dios. El director le enseñó más acerca de Jesús y Marcelo decidió entregar su vida a Cristo. Desde aquel día, él nunca sintió la necesidad de volver a drogarse.
Al salir del centro de rehabilitación, Marcelo se fue a la casa de su esposa para pedirle perdón e intentar reconstruir su matrimonio y familia. Ella se quedó sorprendida, pero le dio la oportunidad. Con la ayuda de Dios, ellos empezaron de nuevo y seguieron creciendo en el Señor. Dios había restaurado totalmente a Marcelo. Ahora ella dice que él es el mejor esposo y padre en el mundo, la clase de hombre que todas las mujeres sueñan. Dios hizo una gran obra en toda su familia, sanó heridas, restauró lo que habían perdido, y ellos dan toda la gloria a Dios.
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