A muy temprana edad, Fernanda Velazco creyó haber encontrado el amor, y de ahí empezó a vivir con ilusión para el futuro.
Su noviazgo fue bueno, incluso él le dijo que cuando ella cumpliera 18 años, se casarían. Fernanda tomó eso de palabra cargada de sueños. El matrimonio llegó, y con eso desapareció la persona dulce y tierna que ella conoció.
La agresión y desesperación se hizo presente en su vida, ahora esta persona se volvió su peor enemigo, pero eso se volvió en auto culpa para ella. Paralelo a eso, su auto estima decayó ya que él le decía que ella estaba gorda.
Fernanda no comprendía porque sufrió tanto, y decepcionada por la vida, empezó a creer que Dios no existía.
Ahora en su nueva vida de divorciada, se dispuso a bajar de peso. Y ahora en su nuevo trabajo, se vio rodeada del ambiente de modelos, estilo de vida que a ella le pareció atractivo, así que entró. Y estando metida en ese ambiente, su pensamiento de bajar de peso seguía presente, por lo que Fernanda comenzó a vomitar todo lo que comía porque vio que eso daba resultado.
A pesar del tiempo, las palabras de su ex esposo seguían resonando, aun cuando había experimentado una extrema pérdida de peso. Su apariencia era de agrado para los demás, pero nada lograba llenar su corazón.
En la desesperación, Fernanda se encontró con una amiga que la invitó a asistir a una iglesia, y ella accedió. Estando ahí, Fernanda experimentó la presencia de Dios y decidió entregarle su vida para cambiar.
Luego, Fernanda comenzó un proceso para superar la bulimia, pero el problema de baja auto estima parecía no desaparecer, llevándola más adelante a caer en otro desorden alimenticio, peor que la primera vez.
Su familia sufría por ver como Fernanda poco a poco se iba a perdiendo. Su cuerpo rápidamente le presentó la factura de su obsesión por perder peso, pero su mente aun le pasó una factura peor, al punto de dejar de comer por completo.
Un día en el trabajo Fernanda sufrió un paro cardiaco y a partir de ese día Fernanda tocó fondo. Desesperada, agarró un cuchillo y en el intento de cortarse las venas, reclamó a Dios por su presencia, pidiéndole que se hiciera presente si de verdad existía, y en ese mismo instante sintió la presencia de Dios de cómo la abrazaba – ahí llegó la paz a la vida de Fernanda.
A partir de ese día, ella entendió que le había entregado su vida a Jesús pero no la había dado todas las áreas de su vida, al darse cuenta que había hecho de su propio cuerpo un Dios.
Pronto su autoestima subió y comenzó a comer cada vez un poco más. Hoy día ella está recuperada totalmente, sabiendo que desde el día que hizo un pacto con Dios, todo cambió para bien.
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