Graciela Romero experimentó un trauma tan grande que le marcó la vida en gran manera. Sus padres se peleaban mucho en casa y llegaron a separarse. Por esta razón Graciela y su hermano se fueron ha vivir con sus abuelos. Un pariente cercano de ella le abusó sexualmente varias veces sin que nadie en la casa lo supiera. Cuando tenía doce años ella pensaba en suicidarse. Atento contra su vida de varias maneras. Graciela empezó salir con gente de mala influencia y a los 18 años se embarazó de su primer hijo. Quería formar una familia con su novio, pero su relación iba empeorando debido al alcohol y las drogas que tomaban. Cuando ella estaba embarazada de su tercer hijo las peleas con su pareja habían crecido hasta un nivel que les causo mucho daño. El la golpeaba a menudo y amenazaba a sus hijos. Ella se dio cuenta de que él no dejaría de golpearla y que debía de rescatar a sus hijos y dejar a este hombre. Ella decidió huir de la casa y he irse a casa de su madre, pero su mamá no les permitía quedarse con ella. No obtenía trabajo ni forma de cuidar a sus hijos. Graciela volvió a pensar en quitarse la vida. Pensaba en dejar el gas del horno prendido mientras dormía toda la familia para morir todos juntos.

Un día, estaba sola en casa y empezó clamar a Dios por ayuda. Ella deseaba paz en su vida. Llamó a su mamá y le pedió perdón por todas las cosas malas y negativas que había hecho y dicho. Ella tiró toda la marihuana que tenía guardada en la casa, decidió dejar de tomar alcohol y no consumir más drogas. No quería depender de ningún vicio. Nunca antes había creído en Jesucristo. Pero en esos días, recordó a todas las personas quee a lo largo de su vida le habían compartido de Dios. Ella le confesó a Dios que se había equivocado toda la vida, que Él era real y se daba cuenta de que Jesús vino para limpiarla y restaurarla. Graciela llamó a su abuela paterna y ella le ayudo a entender lo que Dios estaba haciendo en su vida. Oraban juntas y Graciela entregó su vida a Cristo. Por primera vez, ella sintió el amor y la paz de Jesús. La decisión que Graciela hizo cambió el ambiente de su casa por completo. Empezó relacionarse más con sus hijos y ellos experimentaban gozo y paz en casa como nunca antes. Sus hijos conocieron también al Señor y junto a Graciela han sido trasformados y renovados por el amor y paz de Cristo.